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"Nadie te debería hablar de enfermedad si no te habla de células"
¿Sabías que tenemos un cuerpo más envejecido de lo que tendría que estar según nuestra edad cronológica? Por fuera parecemos “menos viejos” de lo que realmente nuestro organismo llega a estar.
Envejecemos mucho más rápido de lo que debería ser natural por culpa, paradójicamente, del oxígeno, una molécula imprescindible para la vida, pero muy “reactiva” que “nos oxida”. Es lo que se conoce como la “paradoja del oxígeno”
Este proceso oxidativo además se ve acelerado por el entorno agresivo “moderno” en el que vivimos, que provoca en nuestro organismo lo que conocemos como estrés oxidativo.
No se siente, no duele, no produce síntomas (hasta que llega a producirlos) pero llega a ser responsable de que nos encontremos cansados, con dolores musculares, obesos, etc, además de una larga lista de enfermedades que todos conocemos. No por nada al estrés oxidativo se le ha llegado a denominar como “el asesino silencioso”
Ahora bien, ¿sabías que existe un remedio para eliminar este estrés oxidativo y retornar tu edad biológica a cuando tenías 20 años?
Para poder conocer de qué se trata sigue leyendo…
La nutrigenómica es una rama de la ciencia que estudia la interacción entre los alimentos que consumimos, así como de los tóxicos a los que estamos expuestos y cómo estas interacciones influyen en nuestra salud y en el desarrollo de enfermedades.
Combina conocimientos del campo de la nutrición y de la genómica para comprender cómo los nutrientes, los compuestos bioactivos presentes en los alimentos, así como los tóxicos de todo tipo y origen a los que estamos expuestos, afectan la expresión de nuestros genes y cómo estas interacciones pueden influir en la regulación de la expresión génica, en la actividad de las proteínas, las vías metabólicas y como consecuencia, en nuestra salud y en el desarrollo de enfermedades.
El estrés oxidativo es el desequilibrio entre la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO) también conocidas como radicales libres, que son moléculas altamente reactivas que contienen oxígeno y pueden dañar las células además de los tejidos del organismo, y la capacidad del organismo para neutralizar y eliminar estos compuestos.
Normalmente, el organismo produce estos radicales libres como subproductos del metabolismo celular, y en condiciones normales, contamos con sistemas antioxidantes enzimáticos y no enzimáticos que ayudan a neutralizar y eliminar estos compuestos antes de que causen daño. Sin embargo, cuando el equilibrio entre la producción de esos radicales libres y la capacidad antioxidante se ve alterado, se produce el estrés oxidativo.
Este estrés oxidativo puede ser causado por una serie de factores, como la exposición a toxinas ambientales, el consumo excesivo de alcohol, tabaco, radiaciones electromagnéticas, como las emitidas por los dispositivos electrónicos, el sol, las antenas de telecomunicaciones y otros dispositivos inalámbricos, la contaminación, el estrés crónico, la inflamación, una mala alimentación...
Cuando estos radicales libres superan la capacidad antioxidante del organismo, pueden dañar los lípidos, las proteínas y el ADN en las células. Esto puede provocar un daño celular y ser un factor importante en la patogénesis de enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares, trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer, el Parkinson y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), cáncer al promover mutaciones genéticas y la proliferación celular descontrolada, llegando incluso a suprimir la respuesta inmunitaria antitumoral, enfermedades inflamatorias, envejecimiento prematuro, etc.
Para contrarrestar el estrés oxidativo, el organismo cuenta con un sistema antioxidante que incluye enzimas como la superóxido dismutasa, la catalasa y la glutatión peroxidasa, así como antioxidantes no enzimáticos como las vitaminas C y E, el beta-caroteno y el glutatión. Estos compuestos actúan neutralizando los radicales libres y protegiendo las células contra el daño oxidativo.
Mantener un equilibrio adecuado entre la producción de radicales libres y la capacidad antioxidante es crucial para preservar la salud celular y prevenir el estrés oxidativo. Una alimentación equilibrada, rica en antioxidantes provenientes de frutas, verduras, legumbres y alimentos ricos en fitoquímicos, así como un estilo de vida saludable que incluya actividad física regular y la reducción del estrés, pueden ayudar a mantener este equilibrio y reducir el riesgo de estrés oxidativo y sus consecuencias negativas.
¿Pero esto es suficiente?
En principio existen 4 intervenciones antioxidantes y terapias que buscan reducir el estrés oxidativo para el tratamiento y la prevención de enfermedades relacionadas con este fenómeno: para el tratamiento y la prevención de enfermedades relacionadas con este fenómeno:
Antioxidantes dietéticos: Consumir una dieta rica en alimentos antioxidantes, como frutas, verduras, nueces y semillas, puede proporcionar al organismo una variedad de antioxidantes que ayudan a neutralizar las ERO y reducir el estrés oxidativo.
Suplementos antioxidantes: El uso de suplementos antioxidantes, como la vitamina C, la vitamina E, el selenio y el resveratrol, pueden aumentar la capacidad antioxidante del organismo y contrarrestar el estrés oxidativo.
Modulación de enzimas antioxidantes: Algunos compuestos bioactivos presentes en los alimentos pueden modular la actividad de enzimas antioxidantes endógenas, como la superóxido dismutasa (SOD) y la glutatión peroxidasa, para aumentar la capacidad de defensa antioxidante del organismo.
Activación de vías de respuesta antioxidante: El NRF2 es un factor de transcripción clave involucrado en la regulación de las vías de respuesta antioxidante. La activación del NRF2 puede estimular la expresión de enzimas antioxidantes y proteínas de desintoxicación, lo que ayuda a contrarrestar el estrés oxidativo.
De todas las opciones expuestas, consumir una dieta rica en alimentos antioxidantes es clave, es la base, aunque teniendo en cuenta la cantidad de “oxidantes” que nos rodean, es insuficiente.
Los suplementos en sí, también serían una posible solución pero se quedan muy cortos a la hora de reducir el estrés oxidativo porque estos antioxidantes actúan 1:1 contra un radical libre (1 antioxidante elimina 1 radical libre) y como mucho llegarían a reducir ese estrés oxidativo en un 10% o menos, con lo que esa situación no se corrige.
Así que nos queda la tercera opción, que es la modulación de enzimas antioxidantes cuya forma más efectiva de conseguirlo es a través de la cuarta y última de las intervenciones antioxidantes de las que disponemos, el NRF2
Y no, no es un robot.
El NRF2 (factor 2 relacionado con el factor nuclear eritroide 2) es una proteína que desempeña un papel clave en la regulación de la respuesta antioxidante y antiinflamatoria del organismo y es considerado como el principal regulador maestro de la respuesta antioxidante, ya que estimula la transcripción y expresión de una serie de genes que codifican enzimas antioxidantes y moléculas de defensa celular.
Estas enzimas y moléculas tienen la capacidad de neutralizar y eliminar las ERO, reduciendo así el estrés oxidativo y protegiendo las células y tejidos del daño oxidativo.
Las enzimas antioxidantes inducidas por el NRF2 incluyen la superóxido dismutasa (SOD), la catalasa, la glutatión peroxidasa y varias enzimas involucradas en la síntesis y regeneración del glutatión, un importante antioxidante endógeno (el NRF2 aumenta la producción endógena de glutatión) y que trabajan en conjunto para reducir el estrés oxidativo.
Estrés oxidativo y envejecimiento
Disfunción mitocondrial y envejecimiento
El Nrf2 no solo juega un papel determinante en la respuesta antioxidante, sino que también está involucrado en la regulación de la respuesta inflamatoria y la detoxificación de compuestos tóxicos, ayudando a reducir la inflamación crónica y la eliminación de sustancias tóxicas, ya que el Nrf2 puede modular la expresión de genes implicados en estas respuestas.
Sin embargo, esta actividad protectora del NRF2 disminuye con la edad.
A medida que envejecemos (y lo empezamos a hacer alrededor de los 20 años) el sistema antioxidante y las respuestas de defensa del organismo pueden volverse menos eficientes, lo que resulta en un mayor estrés oxidativo.
Esto puede deberse a una variedad de factores, como cambios en la expresión de genes, alteraciones en la función mitocondrial y acumulación de daño oxidativo a lo largo del tiempo, el caso es que la actividad del NRF2 se ralentiza e incluso puede llegar a detenerse. Si ya sumamos ciertos factores del estilo de vida, como la falta de ejercicio, una dieta poco saludable y la exposición a toxinas ambientales, tenemos la tormenta perfecta.
La buena noticia es que, como resultado de diferentes estudios en nutrigenómica se ha encontrado la forma de reactivar esta proteína clave en la respuesta antioxidante y antiinflamatoria del organismo con todos los beneficios que conlleva para nuestra salud.
Una solución mucho más potente que cualquier antioxidante conocido capaz de detener ese estrés oxidativo e incluso eliminarlo por completo en apenas 120 días.
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